En verano aumentan un 5% las averías de los coches respecto a otras épocas del año. Durante estos meses se incrementa el número de trayectos de larga duración en automóvil, y, sin embargo, disminuye la atención al mantenimiento del vehículo, según un estudio de Mapfre. Las elevadas temperaturas, además, hacen que aumente el riesgo de un fallo mecánico.
Si estás por coger el coche para disfrutar de unas merecidas vacaciones, o a punto de regresar de tu descanso estival, debes tener en cuenta cuáles son las averías más comunes, y qué hacer para evitarlas.
Contenido del Artículo
- 1 Las averías más frecuentes en verano y cómo evitarlas
- 1.1 El aire acondicionado: prevenir siempre es mejor que curar.
- 1.2 La temperatura del motor: revisa los niveles de líquidos
- 1.3 Los neumáticos: cuidado con los reventones.
- 1.4 El turbo, una de las averías más caras.
- 1.5 Los fallos en el alternador, más frecuentes con la llegada del calor.
- 1.6 Los frenos del coche también sufren un mayor desgaste.
- 1.7 La pintura se deteriora más fácilmente.
Las averías más frecuentes en verano y cómo evitarlas
El aire acondicionado: prevenir siempre es mejor que curar.
Las altas temperaturas del verano no solo las notamos nosotros: nuestro vehículo (y, sobre todo, algunos de sus elementos, como al aire acondicionado) también. Esta situación puede pasar factura si no adoptamos las medidas preventivas oportunas. Una de ellas es el uso ‘mesurado’ y ‘racional’ del sistema refrigerado de ventilación.
Durante los meses de junio, julio y agosto el sofocante calor hace que muchos abusen del aire acondicionado, lo que puede suponer el desgaste de las tuberías que llevan el aire y una posible fuga del gas refrigerante.
Además, muchas veces, el aire acondicionado pasa inactivo gran parte del año, hasta la llegada del calor. Este sistema somete a un mayor esfuerzo al motor. Conservarlo en perfecto estado es vital para evitar problemas mecánicos y poder viajar confortablemente a una temperatura correcta.
La temperatura del motor: revisa los niveles de líquidos
Es otro de los problemas más frecuentes en esta época. Debido al incremento del calor, el mecanismo motriz del coche necesitará una mayor refrigeración. También, de una revisión previa de los niveles de líquidos para asegurarnos de que podrá hacer frente a las vicisitudes ambientales. Asimismo, a la hora de viajar nunca está de más que lleves siempre un par de litros de refrigerante de reserva.
Revisar el nivel de refrigerante y del aceite antes de iniciar un trayecto largo es fundamental, como decimos. Pero, una vez en marcha, también es importante supervisar de vez en cuando la temperatura del motor. Los expertos en conducción recomiendan evitar circular en marchas largas en zonas de subida, para evitar la subida de la temperatura del motor. En caso de que eso ocurra, lo primero que hay que hacer es conectar la calefacción al máximo. Esto hace que el agua del motor pase por el radiador de la calefacción y baje algo la temperatura.
Otro de los inconvenientes más importantes asociados al calor es la pérdida de potencia del motor, llegando a reducirse hasta en un 15%. El aire caliente lleva menos oxígeno y el combustible tarda más en quemarse. La pérdida de potencia también se produce por el uso del aire acondicionado o el climatizador. Para hacer frente a este problema es necesario tener en buen estado las bujías y los filtros de aire.
Los neumáticos: cuidado con los reventones.
En verano, el calor del asfalto muchas veces supera a la temperatura del ambiente. Esta situación hace que sea más abrasiva para las ruedas del vehículo. Los largos trayectos propios de las vacaciones también son una causa de desgaste en los neumáticos que, además de problemas de conducción, pueden causar riesgos de seguridad.
Uno de los más habituales es el de los reventones de neumáticos. Al ser los elementos que están en contacto con el suelo, con la subida de las temperaturas, pueden desgastarse con mayor facilidad, complicando la conducción y aumentando las posibilidades de sufrir un accidente. Por ello, es necesario revisar las presiones de aire antes del viaje. Cuanto más baja sea la presión, más posibilidades habrá de sufrir un reventón. ¿El motivo? La deformación del flanco de la cubierta genera mucha fricción y calor.
El turbo, una de las averías más caras.
El turbo es una de las piezas más caras de nuestro coche y requiere de ciertos cuidados, si no quieres que te fastidie las vacaciones. Durante viajes largos, este componente alcanza temperaturas muy elevadas. Más en verano, cuando puede sufrir demasiado con los calores estivales.
Lo peor que podemos hacer al realizar una parada en una gasolinera, un peaje o al llegar a nuestro destino es parar el coche de golpe. Si esto ocurre, el aceite que refrigera y lubrica el dispositivo se convierte en carbón (se coquiza) y puede destrozar el eje de la turbina. Siempre que necesites detenerte en medio del trayecto para repostar o estirar los pies, deja el coche encendido un par de minutos para enfriar el turbo.
Los fallos en el alternador, más frecuentes con la llegada del calor.
Esta pequeña pieza resulta estratégica para el funcionamiento del automóvil. Su función vital es transformar la energía mecánica en energía eléctrica, y almacenarla. El uso excesivo del sistema eléctrico del vehículo durante el verano es el causante de que su número de fallos sea más elevado en dicho periodo.
La correa del alternador es clave en el sistema eléctrico. Tiene un mayor desgaste con el calor. ¿Cómo prevenir un fallo de estas características? La clave pasa por realizar revisiones habituales a tu automóvil y cambiar la pieza de acuerdo con el calendario fijado por el fabricante, si es que procede.
Los frenos del coche también sufren un mayor desgaste.
Los frenos también se calientan más de lo normal durante el verano. Es habitual que, a punto de iniciar el viaje con nuestra familia, sobrecarguemos nuestro coche con equipaje. Ese aumento de peso, sumado a las altas temperaturas externas, puede causar incidencias importantes durante el trayecto.
Antes de emprender un trayecto largo debemos asegurarnos de que el líquido refrigerante realice bien su función y de que no existan pérdidas del mismo por ningún sitio. De lo contrario, el coche frenará mal y los discos pueden llegar a deformarse. Y, hablando de discos, nunca es conveniente lavar el coche nada más terminar el viaje. Si los discos se mojan cuando están calientes, se pueden doblar. Después notaremos vibraciones en el pedal al frenar.
La pintura se deteriora más fácilmente.
No es una avería mecánica, pero también puede traernos importantes dolores de cabeza. En verano, la pintura de la carrocería de nuestro vehículo pierde luminosidad por el impacto del sol y las altas temperaturas. Para evitar este deterioro estético conviene aplicar alguna cera que absorba los rayos ultravioletas.
Otro ‘truco’: si quieres evitar que el habitáculo del coche se convierta literalmente en un horno, hay que intentar aparcar siempre en la sombra y utilizar un parasol en el parabrisas delantero. También puedes usarlo en el trasero, así como utilizar protectores para que tu volante no se caliente.
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