Le hemos pedido a nuestra compañera Ana Duque, profesora de Formación Vial y pedagoga, que nos dé unos cuantos consejos para afrontar bien un examen de conducir, al objeto de que las autoescuelas puedan trasladárselos a sus alumnos. No hay recetas mágicas: en periodo de exámenes –nos indica Ana– lo importante es alimentarse bien, estudiar y descansar. Esta entrega del blog versará precisamente sobre la alimentación. Dejemos hablar a la experta.
Son muchos los trabajos científicos que han mostrado la relación directa que existe entre la alimentación, por un lado, y la atención y la concentración, por otro. Por ejemplo, una dieta baja en vitaminas puede hacer que disminuyan ambas.
Los malos hábitos alimenticios son capaces de ocasionar en el conductor:
• Fatiga.
• Sensación de sueño.
• Desvanecimiento, molestias digestivas o jaqueca.
• Deterioro de los reflejos y de la capacidad de respuesta.
• Conductas anómalas (distracción e irritabilidad).
La masa cerebral constituye entre un 2 y un 3 % de nuestro peso corporal; sin embargo, absorbe una gran cantidad de la energía que proporcionamos a nuestro organismo a través de los alimentos.
Es importante que nuestra dieta contenga la cantidad necesaria de vitaminas y de hidratos de carbono. Si faltan los hidratos de carbono, el cerebro extraerá la energía que necesite de las proteínas o de las grasas.
Toda actividad precisa de energía. Pues bien, debemos consumir nuestros alimentos en función del trabajo que vamos a realizar. Pero, además de energía, el organismo necesita de otras sustancias (aminoácidos, vitaminas, minerales) imprescindibles para la vida y que asimismo son aportadas por los alimentos ingeridos diariamente.
En periodo de exámenes, no es necesario aumentar la ingesta de hidratos de carbono (si esta es suficiente), sino la de alimentos ricos en los siguientes nutrientes: las vitaminas del grupo B, la vitamina E, el potasio, el magnesio, el zinc, el litio, el silicio, el selenio y el cromo. Dichas vitaminas y minerales influyen en la memoria, en la capacidad de razonar e incluso en el estado de ánimo.
Un adecuado rendimiento de nuestro cerebro requiere:
· Que la alimentación sea variada; es decir, es fundamental que contenga todas las sustancias imprescindibles para el organismo. Esto implica que debe contener alimentos de diferentes tipos: leche (y derivados), huevos, carnes, pescados, cereales, leguminosas, tubérculos, hortalizas, frutas y verduras.
· Es mejor hacer comidas ligeras y más frecuentes a lo largo del día y no menos y abundantes. Y sobre todo, hay que evitar períodos demasiado largos entre una comida y otra. Se recomienda tomar en estos periodos yogur, galletas, frutas o zumos, chocolate…
· Es aconsejable realizar cinco ingestas al día. Incluso si somos de esas personas que pierden el apetito cuando están nerviosas, debemos tratar de comer algo entre las comidas principales, ya que nuestro cerebro debe estar alimentado.
· El desayuno es la comida más importante; si comenzamos el día con una buena alimentación, evitaremos un posible déficit energético.
· Asegurémonos de beber suficiente agua, ya que la deshidratación puede ocasionarnos una pérdida de la concentración y debilidad. No hay que esperar a tener sed para beber agua.
En la próxima entrega hablaremos de la importancia que revisten para hacer un buen examen el estudio y el descanso.
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