Preocupación en las autoescuelas por el impacto en la seguridad vial de las recomendaciones de la CNMC

Preocupación en las autoescuelas por el impacto en la seguridad vial de las recomendaciones de la CNMC

 

Para CNAE, «cualquier cambio de modelo debe sustentarse en un análisis riguroso y en un compromiso inquebrantable con la seguridad en nuestras carreteras».

 

La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), como patronal del sector de las autoescuelas en España, expresa una profunda preocupación por algunas de las propuestas y conclusiones del estudio emitido por la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) sobre el sector.  


Consideramos fundamental aclarar ciertos puntos que, tal y como están planteados, podrían comprometer gravemente la seguridad vial y la calidad de la formación de los futuros conductores en nuestro país. A continuación, desarrollamos los tres aspectos más relevantes:  

CONDUCCIÓN ACOMPAÑADA: LA SEGURIDAD ES INNEGOCIABLE

En España, ya es posible obtener un permiso de conducir sin acudir a una autoescuela. No obstante, existe una razón fundamental para exigir vehículos con doble mando durante la formación práctica: garantizar la seguridad tanto del aspirante como de los demás usuarios de la vía.

El estudio de la CNMC propone alternativas que eliminan esta exigencia, como permitir la conducción acompañada por tutores no profesionales, siguiendo modelos de otros países. Sin embargo, esta medida ignora un aspecto crucial: el contexto cultural, normativo y de seguridad vial específico de España. 

Los vehículos con doble mando no son un capricho, ni un obstáculo, sino un estándar de seguridad que permite al profesor de autoescuela intervenir de forma inmediata ante cualquier situación peligrosa durante el aprendizaje. Sustituir esta figura profesional por tutores no cualificados y sin formación en seguridad vial incrementaría exponencialmente los riesgos en carretera y comprometería los objetivos de reducir la siniestralidad vial.

Además, debemos señalar que la propuesta de la CNMC podría empeorar la tasa de aprobados, un problema que el propio regulador identifica como crítico en su estudio. Permitir que la formación práctica recaiga en tutores no profesionales, aunque bienintencionados, implica riesgos significativos. Estos tutores, al no ser especialistas en enseñanza vial, inevitablemente trasladan sus propios hábitos de conducción que, con frecuencia, pueden incluir malas prácticas. Esto expone a los aspirantes a un aprendizaje defectuoso y a la adopción de comportamientos inseguros al volante. 

Por otro lado, la ausencia de un enfoque pedagógico profesional no solo dificulta la asimilación de las competencias necesarias para llevar a cabo una conducción segura y responsable, sino que también puede generar ansiedad y falta de confianza en los aspirantes. La formación por parte de personas no cualificadas carece de la estructura necesaria para garantizar que los alumnos estén preparados de forma integral.

En este contexto, es fundamental destacar la figura del profesor de autoescuela como un profesional altamente capacitado y certificado por la Dirección General de Tráfico (DGT) tras superar un riguroso proceso de formación y evaluación. Estos profesionales no solo cuentan con conocimientos avanzados en seguridad vial, sino también con habilidades pedagógicas que permiten un aprendizaje estructurado, seguro y efectivo. Su intervención no solo reduce el riesgo de accidentes durante la formación, sino que también asegura que los aspirantes adquieran hábitos de conducción responsables y seguros.

Sustituir a los formadores por tutores no profesionales no solo incrementaría la probabilidad de suspender el examen, sino que también comprometería la calidad del aprendizaje y, en última instancia, la seguridad vial de todos los usuarios de la carretera. Este enfoque, lejos de resolver los problemas señalados en el estudio, podría agravarlos considerablemente. 

TASA DE SUSPENSOS: UN PROBLEMA ESTRUCTURAL Y NO DE FORMACIÓN

Uno de los argumentos más controvertidos del estudio de la CNMC es su análisis sobre la tasa de suspensos en los exámenes prácticos de conducir en España, presentada como un reflejo de la ineficiencia del sistema de formación vial. Desde CNAE, consideramos que esta interpretación es simplista y no aborda las causas estructurales que subyacen a este fenómeno.

En España, actualmente no existe una regulación que obligue a un nivel mínimo de preparación antes de presentarse al examen para obtener el permiso de conducir. Esto significa que es el propio alumno quien decide cuándo está listo para examinarse, y no la autoescuela. Las autoescuelas pueden aconsejar sobre el nivel de preparación necesario, pero no tienen la autoridad para impedir que un aspirante solicite el examen si así lo desea. Esta falta de un estándar obligatorio y homogéneo en la formación provoca que muchos alumnos se presenten a las pruebas sin la preparación adecuada, lo que afecta negativamente a los resultados.

Por otro lado, las deficiencias estructurales en las Jefaturas de Tráfico agravan esta situación. La insuficiencia de recursos humanos, principalmente en el número de examinadores, y las limitaciones organizativas provocan largos periodos de espera entre la solicitud del examen y su realización. Esta demora, que puede extenderse durante semanas o incluso meses, no solo genera frustración entre los aspirantes, sino que les obliga a interrumpir sus clases prácticas. Como resultado, los alumnos pierden habilidades esenciales y confianza al volante, lo que aumenta significativamente las probabilidades de suspender cuando finalmente se examinan. 

La combinación de estos factores evidencia que la tasa de suspensos no refleja exclusivamente la calidad de la formación ofrecida por las autoescuelas. Más bien, es resultado de la ausencia de una regulación clara en la formación vial y de las dificultades a las que se enfrentan las Jefaturas de Tráfico a la hora de atender de manera óptima las solicitudes. CNAE considera que cualquier intento de mejora del sistema debe abordar estas cuestiones de raíz, en lugar de simplificar el problema señalando únicamente a las autoescuelas como responsables.

IMPACTO EN LA PROFESIONALIDAD Y PERCEPCIÓN DEL SECTOR

El estudio de la CNMC plantea propuestas que, bajo el pretexto de fomentar la competencia, podrían debilitar seriamente la profesionalidad del sector y comprometer la calidad de la formación vial en España. Entre estas propuestas destaca la eliminación de la obligatoriedad de que las autoescuelas cuenten con vehículos propios o locales físicos, una medida que plantea profundas dudas sobre cómo garantizar un estándar mínimo de calidad en un ámbito tan crítico como la seguridad vial.

Las autoescuelas no son simplemente espacios donde los alumnos aprenden a manejar un vehículo. Son instituciones de formación integral en seguridad vial, donde los futuros conductores adquieren no solo habilidades prácticas, sino también conocimientos esenciales y valores fundamentales para garantizar una convivencia segura y responsable en las carreteras. Los profesores de autoescuela, con su experiencia y preparación específica, juegan un papel crucial en este proceso. Su labor no solo consiste en enseñar maniobras o normas de tráfico, sino en inculcar actitudes responsables que contribuyen a reducir la siniestralidad vial y salvar vidas.

Relajar los requisitos básicos para operar como autoescuela, eliminando la necesidad de contar con vehículos homologados o infraestructuras adecuadas, podría abrir la puerta a prácticas que prioricen el beneficio económico sobre la calidad del servicio. Esta medida podría dar lugar a un mercado desregulado y fragmentado, donde la formación vial se convierta en un servicio de calidad desigual, dependiendo de los recursos y la ética profesional de cada proveedor. En última instancia, serían los aspirantes a conductor y, por extensión, todos los usuarios de las vías públicas quienes sufrirían las consecuencias de un sistema que no garantiza estándares mínimos. 

Además, esta liberalización de requisitos esenciales impactaría negativamente en la seguridad de nuestras carreteras. La falta de vehículos homologados o de espacios específicos para la enseñanza práctica no solo pone en riesgo la calidad de la formación, sino que podría comprometer directamente la seguridad vial, tanto de los alumnos como del resto de usuarios de las vías. CNAE considera que cualquier medida destinada a fomentar la competencia en el sector debe priorizar siempre la seguridad vial y la profesionalidad. Debilitar los pilares fundamentales de la formación, como son la infraestructura, los vehículos adecuados y la profesionalidad de los profesores de autoescuela, es un camino que nos aleja del objetivo común de mejorar la convivencia en las carreteras y reducir los siniestros viales.

CNAE RECLAMA UN ENFOQUE INTEGRAL

Desde CNAE instamos a las autoridades y organismos competentes a abordar la problemática del sector desde un enfoque global, que tenga en cuenta las necesidades del mercado, pero que no pierda de vista la importancia de garantizar una formación de calidad que priorice la seguridad vial.

No en vano, la propia CNMC, en su nota de prensa, reconoce que la formación vial es «esencial para garantizar la seguridad vial, así como para facilitar la movilidad personal y profesional de los ciudadanos, y para el sector del transporte».  

La Confederación Nacional de Autoescuelas defiende la necesidad de encontrar un equilibrio entre las necesidades del mercado pero sin perder de vista los ambiciosos objetivos a medio y largo plazo de reducir y eliminar gradualmente el número de víctimas mortales y heridos graves en siniestros viales, marcados por la Unión Europea.

«Estamos abiertos al diálogo y a la colaboración para encontrar soluciones que beneficien a la sociedad en su conjunto, pero insistimos en que cualquier cambio debe sustentarse en un análisis riguroso y en un compromiso inquebrantable con la seguridad en nuestras carreteras», concluye el presidente de CNAE, Enrique Lorca.